CANCIÓN DE LA RUEDA HIDRAÚLICA, de Bertolt Brecht

 




1

Los poemas épicos nos dan noticia
de los grandes de este mundo:
suben como astros,
como astros caen.
Resulta consolador y conviene saberlo.
Pero para nosotros, los que tenemos que alimentarlos,
siempre ha sido, ay, más o menos igual.
Suben y bajan, pero ¿a costa de quién?


Sigue la rueda girando.
Lo que hoy está arriba no seguirá siempre arriba.

Mas para el agua de abajo, ay, esto sólo significa
que hay que seguir empujando la rueda.


2


Tuvimos muchos señores,
tuvimos hienas y tigres,
tuvimos águilas y cerdos.
Y a todos los alimentamos.


Mejores o peores, era lo mismo:
la bota que nos pisa es siempre una bota.
Ya comprendéis lo que quiero decir:
no cambiar de señores, sino no tener ninguno.


Sigue la rueda girando.
Lo que hoy está arriba no seguirá siempre arriba.
Mas para el agua de abajo, ay, esto sólo significa
que hay que seguir empujando la rueda.


3


Se embisten brutalmente,
pelean por el botín.
Los demás, para ellos, son tipos avariciosos
y a sí mismos se consideran buena gente.
Sin cesar los vemos enfurecerse
y combatirse entre sí. Tan sólo
cuando ya no queremos seguir alimentándolos
se ponen de pronto de acuerdo.


Ya no sigue la rueda girando,
y se acaba la farsa divertida
cuando el agua, por fin, libre su fuerza,
se entrega a trabajar para ella sola.


 



La primera calle a la derecha de Robert Desnos

Tú tomas la primera calle a la derecha
sigues el muelle
pasas el puente
golpeas la puerta de la casa.

El sol brilla
el río corre
en una ventana se estremece un tiesto de geranios

Un vehículo pasa por la otra orilla
te vuelves sobre el alegre paisaje
sin advertir que la puerta se ha abierto detrás de ti
la huésped está en el umbral
la casa está llena de sombras.

Pero sobre la mesa se advierte el reflejo
el reflejo del día sobre una fruta o una botella
sobre un plato de loza o sobre un mueble
y quedas allí sobre el umbral entre el
mundo lleno de semejantes a ti mismo
y tu soledad zumbadora
del mundo entero.

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