HIPOTESIS SOLAR, de Germán Pardo García



No comprometo sobre lo oscuro de estas hojas

mi color solar, lo único hermoso de mi vida.

El me otorga ese limpio matiz escarlata

de dignidad suprema,

con que me visto ritualmente por las tardes,

para oficiar ante la noche como solar prosélito.

El me da facultades bellamente encendidas,

cuando la mitad de mi ser frente al crepúsculo

sufre una pequeña muerte,

mas la otra mitad canta en la sombra.

Desprovisto de solar decoro,

para mí como el pan necesario,

mi espíritu no tiene los móviles recursos

del camaleón, danzante

sobre la estela musical del iris.

Si la silvestre bestezuela

pulsa su vida amenazada,

conviértese, de arbusto, en amapola.

Yo soy la inerme oruga que apenas si se encoge

al sentir el relámpago y sus iras.

Cuando padezco mi color no cambia.

¡Ah, si pudiera como el camaleón cetrino,

pasar del gris al verde y al gualda y a lo púrpura!

Pero no: soy nada más la púrpura, el incendio

sin lo gualda, lo verde ni lo gris.

Mi destino es vivir amurallado

por el rojo solar que me encarcela,

deslumbrante y hermoso pero trágico.

Mi alma lo escogió como su insignia.

Con él comienzo mi trabajo diurno

de tinta azul en mano carpintera,

y escribo con la espalda hacia la Muerte.

Mi códice de brisa tiene cánticos

de rojos duros y capítulos

donde todas las letras se desangran.

Mas yo quisiera ser como el volatinero

cambiante de colores,

sobre la incandescencia de la pista.

Pero soy fiel a mi destino

solar y a mis escudos escarlata,

que empiezan en hipótesis celestes.

Porque soy algo de la escoria solar, de su hermosura

tremenda y lo incendiario de su orgullo.

Esa es mi estirpe: el rojo de la llama.

¡Qué importa que irradiando me atribule,

si soy de las hipótesis solares,

y su tránsito por las penumbras de mi espíritu

recuérdame unas nubes doradas que son, como las rosas,

únicamente hipótesis del sueño!

Comentarios