INMÓVIL, de Vicente Huidobro



Habiéndole dicho al árbol

señor dejaos cortar el pelo

porque la música crece crece

y el tiempo cambia su espacio tan frecuente

bajaron las estrellas

subieron nuestro ojos

y las hojas llorando sus mañanas

no se movieron tras el agua

no se cambiaron para el tiempo

nada murió a la aparición de los violines y sus flores

Bajaron las estrellas

las cabelleras turbulentas

subieron a sus árboles

contemplaron el monte con su destino de paloma

y la cadena de los días que se enrolla en sí misma

como las lanas de la luna

El hábito no hace al monte

ni la luna hace al mar

ni la música al piano con todas sus estrellas dolorosas

es así aunque no lo pueda explicar la lluvia

ni el cansado que se duerme en sus notas

ni el que viene por la derecha con los ojos al viento

es así y las olas se alejan en puntillas

como si fueran a visitar a un agonizante

El hábito no hace al monte

ni el clavel al cielo con sus rebaños lúgubres

Pero el piano hace al mar

y las barbas blancas de las olas

hacen llorar los esqueletos de tantos siglos ahogados.

Estás inmóvil oyendo tu crecer interno

el cielo trae de la mano un viento de aromas olvidados

los sueños forman un archipiélago de deseos cautivos

islas de amores recordados y colores múltiples

cantando solas en las noches inútiles

si un beso se liberta de los labios

y cae como una lágrima

quién puede volverlo a la vida con todos sus derechos.

Allí estás oyéndote crecer

tan dulce como el sol antes que aprendiera a andar

y allí está el monte y la luna con su palomas

y el mar con sus ancianos y sus muertos

y sus músicas de alma poderosa

Allí estás oyéndote crecer

cómo la noche se te cae encima

cómo te gobia el peso de la luna.

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