SI LOS FAROLES BRILLARAN, de Dylan Thomas


Si los faroles brillaran, el rostro santo se marchitaría

preso en un octógono de insólita luz,

y todos los muchachos del amor

se cuidarían de perder la gracia.

Los rasgos de sus íntimas tinieblas

están hechos de carne, pero que venga el falso día

y que los labios de ella pierdan sus ajados colores,

que el traje de la momia muestre un antiguo pecho.

 Me han dicho que piense con el corazón

pero el corazón, como el cerebro, conduce al desamparo;

me han dicho que piense con el latido,

que cambie el ritmo de la acción cuando el latido se acelere

hasta que en un plano se confundan el campo y los tejados

tan  rápido me muevo por desafiar al tiempo, el caballero quieto

cuya barba se agita en el viento de Egipto.

 He oído el contar de muchos años

y muchos años tendrían que atestiguar un cambio.

 Le pelota que arrojé cuando jugaba en el parque

aún no ha tocado el suelo.

 

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