MUNDO DE SIETE POZOS, de Alfonsina Storni


Se balancea,

arriba, sobre el cuello,

el mundo de las siete puertas:

la humana cabeza…

Redonda, como dos planetas:

arde en su centro

el núcleo primero.

Ósea la corteza;

sobre ella el limo dérmico

sembrado

del bosque espeso de la cabellera.

Desde el núcleo

en marcas

absolutas y azules,

asciende el agua de la mirada

y abre las suaves puertas

de los ojos como mares en la tierra.

…tan quietas

esas mansas aguas de Dios

que sobre ellas

mariposas e insectos de oro

se balancean.

Y las otras dos puertas:

las antenas acurrucadas

en las catacumbas que inician las orejas;

pozos de sonidos,

caracoles de nácar donde resuena

la palabra expresada

y la no expresa;

tubos colocados a derecha e izquierda

para que el mar no calle nunca,

y el ala mecánica de los mundos

rumorosa sea.

Y la montaña alzada

sobre la línea ecuatorial de la cabeza:

la nariz de batientes de cera

por donde comienza

a callarse el color de vida;

las dos puertas

por donde adelanta

—flores, ramas y frutas—

la serpentina olorosa de la primavera.

Y el cráter de la boca

de bordes ardidos

y paredes calcinadas y resecas;

el cráter que arroja

el azufre de las palabras violentas,

el humo denso que viene

del corazón y su tormenta;

la puerta

en corales labrada suntuosos

por donde engulle, la bestia,

y el ángel canta y sonríe

y el volcán humano desconcierta.

Se balancea,

arriba,

sobre el cuello,

el mundo de los siete pozos:

la humana cabeza.

Y se abren praderas rosadas

en sus valles de seda:

las mejillas musgosas.

Y riel

sobre la comba de la frente,

desierto blanco,

la luz lejana de una luna muerta…

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