NUEVOS MOTIVOS POR LOS QUE LOS POETAS MIENTEN, de H. Magnus Enzensberger

Porque el instante

en que la palabra feliz

se pronuncia

no es nunca el instante de la felicidad.

Porque los labios del sediento

no hablan de sed.

Porque por boca de la clase obrera

nunca oiréis la palabra clase obrera.

Porque el desesperado

no tiene ganas de decir

"estoy desesperado".

Porque orgasmo y Orgasmo

son incompatibles.

Porque el moribundo, en lugar de decir,

"me estoy muriendo"

no emite más que un ruido sordo

que nos resulta incomprensible.

Porque los vivos

son los que rompen el tímpano de los muertos

con sus terribles noticias.

Porque las palabras acuden siempre demasiado tarde

o demasiado pronto.

Porque de hecho es otro,

siempre otro,

el que habla,

y porque aquel de quien se habla

calla.

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