MAREA DE SILENCIO, de Gabriel Celaya

Es la hora de las raíces y los perros amarillos.

El hombre se pone como una máscara su silencio;

Se le llenan los ojos de yedra.

Es la hora de las raíces y los perros amarillos:

La hora en que blanquísimos caballos

Pasan como escalofríos por el fondo de la niebla.

Oigo como una ausencia que el misterio está muy cerca;

Oigo como una música

Que la noche vuelve a la cabeza.

Es la hora de las raíces y los perros amarillos.

En su sala de cristal

La luna llora con la cabeza entre las manos.

El hombre se pone como una máscara de silencio.

Sueña en el fondo del agua.

Es la hora del escalofrío en los cuerpos desnudos,

La hora en que se llora el misterio que viene y que no viene;

La luna es el dolor de esa ausencia

Ante los crueles y apretados dientes blancos de los hombres.

Es la hora de las raíces y los perros amarillos,

De las raíces transparentes en el fondo de las aguas,

De los perros locos huyendo

Por salas grandes y blancas.

Es la hora del misterio que viene y que no viene,

La hora en que la noche huye del mar desnuda,

La hora en que de cada estatua se escapan todos los pájaros,

La hora de los párpados de plata,

La hora en que la luna murmura como un silencio:

Nada.

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