LA ETERNIDAD DE LAS CHUMBERAS, de Mahmud Darwish

- ¿A dónde me llevas, padre?

- En dirección al viento, hijo.

... A la salida de la llanura, donde

los soldados de Bonaparte levantaron una colina

para observar las sombras sobre

las viejas murallas de Acre,

un padre le dice a su hijo:

No tengas miedo.

No temas el silbido de las balas.

Pégate al suelo y estarás a salvo.

Sobreviviremos.

Escalaremos una montaña al norte y regresaremos

cuando los soldados vuelvan con sus familias

lejos.

- ¿Quién vivirá en nuestra casa, padre?

- Permanecerá como la hemos dejado, hijo.

Él palpa su llave como si palpara

sus miembros y se sosiega.

Al pasar por una alambrada de espinos dice:

Recuerda, hijo. Aquí los ingleses crucificaron

a tu padre durante dos noches sobre los espinos

de una chumbera, pero jamás confesó.

Tú crecerás y contarás a quien herede

sus fusiles el camino de sangre

derramada sobre el hierro...

- ¿Por qué has dejado el caballo solo?

- Para que haga compañía a la casa, hijo. Las casas

mueren cuando se marchan sus habitantes...

La eternidad abre sus puertas de lejos

a los caminantes de la noche.

Los lobos de los páramos aúllan a una luna

temerosa, y un padre le dice a su hijo:

Sé fuerte como tu abuelo,

escala conmigo la última colina de robles

y recuerda: aquí cayó el jenízaro de

su mula de guerra.

Ven conmigo y regresaremos.

- ¿Cuándo, padre?

- Mañana, tal vez pasado mañana, hijo.

Detrás de ellos, un mañana aturdido masticaba

el viento en las largas noches de invierno,

y los soldados de Josué bin Nur construían

su fortaleza con las piedras de su casa.

Jadeantes por el camino de Caná, dice:

Por aquí pasó un día Nuestro Señor.

Aquí convirtió el agua en vino y habló

largamente del amor.

Recuérdalo mañana, hijo.

Recuerda los castillos de los cruzados

mordisqueados por la hierba de abril

tras la partida de los soldados...

Comentarios