EL INUNDADO, de Raúl Gustavo Aguirre

Sufro por causa del amor en la noche desierta.

Si yo no amara, el tiempo me sería breve

y no sabría nada.

Tendría que hablar aquí por ejemplo de las piedras,

aun de las más preciosas, y de la furtiva muerte

que estimula el olvido bajo los cielos desdeñosos.

Tendría que hablar de las tiernas auroras destruidas

por el astuto mono volador.

tendría que hablar de aquello que yo también rompí,

de las raíces que arranqué sin el debido espanto,

de las maravillas que usé sin darme cuenta,

de las cuentas que hice con lo que no tiene medida,

de los volcanes que sepulté con fútiles pretextos,

de mis traiciones a la simple necesidad.

Tendría que hablar de todo eso, y enumerar una

infinita dilapidación

que a nadie, a nada, importa.

Pero el tiempo ha dejado de correr, por todas partes

me circunda,

me lo devuelve todo,

y en esta lenta y despiadada inundación, como una

boa gigantesca

me atrapa, y vives, vives, grita mi corazón en un día

que nace para siempre.

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