NOCTURNO, de Rubén Darío


Los que auscultasteis el corazón de la noche,

los que por el insomnio tenaz habéis oído

el cerrar de una puerta, el resonar de un coche

lejano, un eco vago, un ligero ruido...

En los instantes del silencio misterioso,

cuando surgen de su prisión los olvidados,

en la hora de los muertos, en la hora del reposo,

¡sabréis leer estos versos de amargor impregnados!...

Como en un vaso vierto en ellos mis dolores

de lejanos recuerdos y desgracias funestas,

y las tristes nostalgias de mi alma, ebria de flores,

y el duelo de mi corazón, triste de fiestas.

Y el pesar de no ser lo que yo hubiera sido,

la pérdida del reino que estaba para mí,

el pensar que un instante pude no haber nacido,

¡y el sueño que es mi vida desde que yo nací!

Todo esto viene en medio del silencio profundo

en que la noche envuelve la terrena ilusión,

y siento como un eco del corazón del mundo

que penetra y conmueve mi propio corazón.

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