PARA MENTIR UNA SOLA VEZ, de Pierre Reverdy


Apenas tocó el viejo el rincón del cielo

con la punta de su muleta se puso a

llover

Abajo un niño insultaba

a gritos

Una ventana se cerraba y la

calle volvía a la tranquilidad

Todo lo bueno me llega solo de arriba

La fuerza y la alegría

Nada de la tierra

En ella el sol brilla casual y debería reinar una noche

negra

El infierno no es menos placentero

Si pudiera cambiar de lugar

Con gusto iría a pie pues tengo

alas y si me descalzara no me

cansaría

Pero la poesía no existe en otra parte

Las calles que no acaban

Las casas cuya altura

y miradas nos abruman

A veces una sonríe

Una cortina se levanta

Un rostro se muestra entero

Y esto es todo lo que uno se lleva

Una imagen vive en algún sitio

El mago Abel había venido a ver a su amigo al que

había instalado desde hacía tres meses en un pequeño

cuarto de Montmartre

Si a veces el viento sopla para

sacudir los árboles y ahuyentar el

polvo a quién se lo debemos

Sin mí los niños no sabrían jugar

He enseñado a cantar a los pájaros

A los poetas a servirse de las estrellas y de las luciérnagas

sin confundirlas

He hecho malabarismos con el sol

y la luna

Así he creado la haltera

y el cielo

Alguien que recorría el pasillo se detuvo

De noche se habría podido ver a través

de los muros el desfilar de sombras

Unas luces se desplazaban

entre las puertas

Ligeros ruidos rozaban

los tabiques y pasaban mujeres

cantando

Más pálidas que antiguos recuerdos

Esa noche faltaba una llave en el tablero

El nuevo inquilino había

salido

Al partir se puede ya pensar en volver

Y los que nunca se extravían

En invierno la casa

parecía más sola a

causa de la nieve

Era un paisaje más lejano

A veces un triste puerto de mar

La casa permanecía sola en medio del lúgubre solar

Una bocina anunciaba la partida

a todos lo que se quedaban

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