HORIZONTE LÍQUIDO, de Aldo Pellegrini



Con paso tranquilo

los transeúntes avanzan hasta el umbral de las

pupilas

amantes negros

ahuyentan a los perros enfurecidos

es la hecatombe de la lujuria

que se agita detrás de los rostros demudados

con paso tranquilo

amantes policromos se cruzan en la alameda de la

angustia

en su alcándara

el espectador perfecto estudia impasible las señales

de vértigo

el fuego latente de las vírgenes

el semblante inmaculado de las puertas

una voz se entreabre para mostrar su oscuro deseo

el amante negro sube las escaleras arrebatado por

la danza frenética

las ventanas se cierran

silencio de la noche de la carne

los desconocidos se estrechan la mano

una conversación interminable descansa en el

extremo límite de la sombra

desde la fría pupila los gimnastas ruedan por las

escaleras destrozadas

¿cómo llegar hasta lo que de ti no se ve?

¿cómo hacer brotar el deseo ardiente de tu carne

entreabierta?

a sus pies

los perros enfurecidos ladran

ojos implacables

en ellos se pierde el lenguaje de los deseos

el ahorcado se balancea al eco de los ladridos

buenas noches

todo termina

los perros aterrados huyen del horizonte ardiente y

líquido

palidece el vigor

de los brazos ávidos

una noche tranquila para el desconocido que se

aleja

una noche de olvido negro.

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