ESTA MEMORIA, de Carilda Oliver Labra


 Esta memoria

que se cierne como los gorriones

en la rama más alta de mí misma,

este escuchar la noche

cuando hace sombra y el perfume

persiste en su influencia,

esas costumbres tuyas

en la casa,

húmeda del ensueño y la porfía.

La casa donde amabas tu inocencia

sigue guardando

esos primores de ceniza,

sigue con tu respiración flotando. A cuestas

trae los fantasmas pensativos:

está mi padre

rodando entre las cosas

(quería decirme: ¡hija,

al fin nos conocimos!...)

Y han vuelto algunos pétalos

que de un botón remoto habían caído.

Ha vuelto todo el tiempo

que borramos,

en este instante en que repite tu nombre

y sin embargo no es latido.

Telarañas me enseñan donde tengo

olvidada la nuca.

Está sin sábanas el lecho,

en un sillón florece el frío.

¿Cuál es el mago que te trae ahora

y te pone a bruñirme las orejas,

cuál es el rico

que me da tu cuerpo?

Ya no es posible hallarte en remolinos,

la sorpresa sería

comerte con los ojos.

La casa,

la casa enorme con soledades y heliotropos,

lúgubre, vacía,

la casa centenaria sigue goteando

sobre mis heridas.

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