MOMENTO DE LECTURA, de Enrique Molina


Ha llegado la noche, la casa se balancea suavemente

en el vapor que asciende de la tierra.

Hay libros y música aquí,

plegarias inverosímiles, bebidas

que centellean en la sombra

para iluminar el follaje de regiones cálidas

en ciertos rincones.

muebles sigilosos s punto de huir.

De espaldas en el lecho una mujer

pasa como un suspiro tus páginas de un libro.

atrapada por los tentáculos del destino

de ciertos personajes, ya consumado para siempre

con el sello de unas palabras ineluctables.

Su mirada

franquea la estación y vuela sobre los mares

para seguir los meandros de una historia que estalla

en el astillado viento del amor

al final de una larga alameda sin nadie.

Las mujeres

suelen engañarse con el amor y el viento

hasta llegar a esa ansiosa o somnolienta

pregunta de frontera: «¿Aún me quieres...?»

donde el horizonte del hogar, tibio como la piel

de la mujer que lee envuelta en su perfume,

se torna inquietante, vacila

como un viejo peldaño y deja paso

a otros fantasmas que se amaron,

con su rostro de novia entre las furias y las lágrimas,

o inmóvil en la alta ventana desde donde contempla

la estatua de sal de su amante en la acera

vuelto hacia ella como una herida,

inalcanzable hasta el infierno.

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