COMO EL TACTO DE LA LLUVIA, de Edward Thomas





Ella era como el tacto de la lluvia
en la carne de un hombre, en su cabello,
que una nube cogiera por sorpresa
en la alegría abierta del paseo.

Él arde por amor a la tormenta
y canta y ríe, bien sé yo por qué,
pero todo lo olvida a su regreso
mientras que yo jamás olvidaré.

«Vete». Cerró una puerta esa palabra
entre aquella bendita lluvia y yo,
una puerta que estaba siempre abierta
y ese día por siempre se cerró.

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