MIRIAM CHIAROMONTE, de Adam Zagajewski




Miriam era como un pajarillo
que no le teme a nada.
Tenía una memoria excelente
y la ejercía de manera sistemática.
Cada día se aprendía un nuevo poema,
un soneto de Shakespeare, por ejemplo.
Lo entendía todo.
Teníamos la sensación
de que podría ser inmortal.
Por desgracia, no teníamos razón.

Comentarios