SINFONÍA DE NOVIEMBRE, de Czeslaw Milosv



Será absolutamente como en esta vida. La misma habitación.
—Sí, niño mío, la misma—. Al amanecer, el pájaro de los tiempos
en la enramada pálida como una muerta.
Entonces las sirvientas se levantan
y se oye el ruido helado y hueco de los cubos
en la fuente. ¡Oh, terrible, terrible juventud! ¡Corazón vacío
será absolutamente como en esta vida. Habrá
las voces pobres, las voces de invierno en los viejos arrabales,
el vidriero con su canción alterna.
La vieja pescadera encorvada, que bajo la toca sucia
vocea los nombres de los pescados, el hombre del mandil azul
qué escupe en su mano gastada por las varas de las parihuelas
y aúlla no se sabe qué, como el Ángel del juicio.
Será absolutamente como en esta vida. La misma mesa.
La Biblia, Goethe, la tinta y su olor de tiempo,
el papel, mujer blanca que lee en el pensamiento.
La pluma, el retrato. ¡Niño mío, niño mío!
¡Será absolutamente como en esta vida! El mismo jardín,
profundo, profundo, espeso, oscuro. Y hacia el mediodía,
las gentes se alegrarán de estar reunidas allí,
gentes que no se han conocido nunca y que no saben
las unas de las otras más que esto: que será preciso vestirse
como para una fiesta e ir en la noche
de los desaparecidos, enteramente solo, sin amor y sin lámpara.
Será absolutamente como en esta vida. La misma alameda
y en el mediodía de otoño, a la vuelta de la alameda.
allí donde el hermoso camino desciende temerosamente, como
la mujer
que va a coger las flores de la convalecencia—escucha, niño mío—
nos encontramos, como antaño, aquí;
y has olvidado, tú, el color de entonces de tu traje;
pero yo, yo no he conocido más que pocos instantes felices.
Estarás vestido de violeta pálido, ¡hermoso pesar!
y las flores de tu sombrero serán tristes y pequeñas
y no sabré su nombre; porque no conocí en la vida
más que el nombre de una única flor pequeña y triste, el miosotis,
viejo durmiente de los barrancos del país del escondite, flor
huérfana. ¡Sí, sí, corazón profundo, corrió en esta vida!
Y el sendero obscuro estará allí, todo húmedo
con un eco de cascadas. Y te hablaré
de la ciudad sobre el agua y del Rabí de Bacharach
y de las noches de Florencia. Habrá también
el muro ruinoso y bajo donde dormitaba el olor
de las viejas, viejas lluvias y una hierba leprosa,
fría y jugosa, sacudirá allí sus flores huecas
En el arroyo mudo.

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