Para Ph. Thoby Marcelin
El viento espantó un rebaño de bisontes blancos en la
vasta pradera del cielo.
Silenciosos y poderosos aplastaron
el sol: el sol se apagó.
El viento aulló como una mujer en mal de parto:
La lluvia acudió, hija del fuego y del mar;
llegó danzando
y lanzó sobre el mundo cortinas de bruma.
Las hojas cantaron
temblando como debutantes de music-hall;
vino el trueno
y aplaudió.
Entonces todo se calló para dejar aplaudir al trueno;
las flores murieron sin haber vivido;
las palmeras agitaron sus abanicos contra el calor.
Un rebaño de bisontes emigra del oriente al occidente,
y la noche llegó como una mujer de luto.
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