EL VERDE DE OBLÍCUOS AGUJEROS, de Carmen Mondragón (NAHUI OLIN)





«El verde de oblicuos agujeros que de un rostro
es lo que todos miran y los que lo miran no saben
por qué se extrañan, y miran dentro con el sólo deseo
de mirar, y sólo ven, y sólo saben, y sólo creen que
son verdes agujeros oblicuos que se ven sin mirar
el rostro y que recuerdan piedras verdes, colores raros,
sin término de comparación.
Por todas partes, de un mundo a otro, va el rostro
De Verdes Agujeros Oblicuos, misterioso, inconfundible-
Todos ven el color intenso, alarmante,
Que se destaca de las grandes multitudes
Que confunden la variedad de colores, los más llamativos,
Para uniformarlos en una masa ambigua-
Así miran todos, todos los seres que se cruzan
Con el rostro de Verdes Agujeros Oblicuos, y solo
miran su belleza, su apariencia, y su intenso color
verde de enigmática fuerza, no penetran la potencia de expresión, la vibratoria inquietud, la constante rebeldía de un espíritu, de un cerebro en acción dotado
de millares de fibras microscópicas, sensibles al contacto de todo átomo viviente, en toda su materia, en toda su esencia, tal cual es él mismo en su sustancia y, sobre todo, y con mayor interés a través de su interpretación cerebral, viviendo en segundo, eternidades, y por sus profundos oblicuos agujeros Verdes, todo en lo que su mirada abarca lo sumerge en densidades verdes, y es el verde de oblicuos OJOS, más inconmensurable que el verde ojo de la tierra-el mar,
porque el mar es puramente un elemento físico, y el Verde de oblicuos agujeros, es el débil reflejo de un elemento superior- el espíritu de un ser; encerrando sus complejidades en densidades verdes de oblicuos agujeros-
Largas puntas negras de pestañas se adelantan con audacia ante toda mirada- Es una línea punzante de la esfinge que aparta de si la vulgaridad que sólo ve el verde de sus agujeros oblicuos.

 

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