AGUDEZAS, de Cecilia Böhl (Fernán Caballero)




Una maja, buena moza, estaba parada en el quicio
de una puerta con la mantilla terciada, los brazos
cruzados y apoyado el hombro en la pared ;
paso un caballero que quedó prendado de ella ; pero
la maja ni hizo caso ni noto al improvisado admirador.
Volvió éste a pasar, y sucedió otro tanto, hasta
que acercándose a ella, la dijo contoneándose y
todo derretido :
—Mi alma, ¿sirvo de algo?
—De estorbo—contesto la interpelada sin volver
la cabeza.

*

Un majo estaba en los toros muy amartelado
con una buena moza que a su lado se hallaba.
Dijo esta que tenía sed, y su vecino se apresuro
a llamar a un aguador.
Acudió este con su cantara, dio agua a la que la
había pedido, y a varias otras personas que la
pidieron igualmente ; después de lo cual empezó a
cobrar, y como había quedado algo desviado del
majo, y este le había vuelto la espalda, se puso a
llamarlo, gritando :
—!Eh! !Eh!
Pero el majo, o no oía, o no quería oír ; hasta
que su vecino le llamo la atención, tocándole el
brazo.
—Volviose entonces, y el gallego aprovecho la
ocasión, gritándole :
— ¿Y el cuarto?
— ¿El cuarto ? . ¿El cuarto ? Honrar padre y madre
—contestó el majo, volviéndole la espalda, v
prosiguiendo su interrumpida conversación con su
vecina.

*

Una señora rezaba de noche sus oraciones con
su criada, concluyéndolas con una en que le pedía
al Señor descansado sueño. La criada, por más que
se lo reprendía su ama, todas las noches se quedaba
dormida al fin de rezo. Una noche le dijo impaciente
la señora al llegar a esta oración, viéndola
dormida :
—Lo que es esta oración no hay para que la
reces.
—Para que vea usted—contesto adormilada la
muchacha—lo buena que soy, que Dios me concede
las cosas sin que se las pida.

*

Encaminábase uno a galope tendido hacia un lugar,
con objeto de oír misa, y encontrándose a otro
que venía del pueblo, le pregunto :
-¿Alcanzare la misa ?
—Si sigue usted a ese paso—contesto el interrogado—
de seguro la va a dejar atrás.

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