TODOS LOS ECOS DEL BOSQUE, de Edith Södergran





No, no, no, gritan todos los ecos del bosque:
Yo no tengo hermana.
Recojo su vestido de seda blanco
y lo abrazo impotente.
Te beso, en ti pongo toda mi pasión,
oh, tejido inerte,
¿recuerdas sus miembros sonrosados?
Sus zapatos han quedado bajo los rayos del sol,
los dioses calientan sus manos.
Cae, nieve, sobre las reliquias de mi hermana.
Haz estallar sobre ellas, tempestad de nieve, el furor
de tu corazón lleno de amargura.
Yo pisaré este lugar con un estremecimiento,
como el espantoso lugar donde la belleza fue enterrada.

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