LAS ANTORCHAS, de Edith Södergran





Quiero encender mis antorchas sobre la tierra.
Mi antorcha estará
por la noche delante de todas las casas;
en los Alpes, donde el aire es bendición,
en las tundras donde el cielo es melancolía.
Oh, antorcha mía, alumbra el rostro del aterrado,
del afligido, del ofuscado, del envilecido.
Un dios indulgente os tiende su mano:
Sin belleza el hombre no vive ni un instante.

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