EL MUNDO SE BAÑA EN SANGRE, de Edith Södergran






El mundo se baña en sangre para que Dios pueda vivir.
Para que su gloria persista todo lo demás debe perecer.
¿Acaso sabemos los humanos cómo languidece lo eterno
y lo que beben los dioses para alimentar su fortaleza?
Dios quiere crear de nuevo. Quiere transformar el mundo en un signo más resplandeciente.
Por eso se ciñe con un cinturón de relámpagos,
por eso lleva una corona de espinas flameantes,
por eso cubre la tierra de ceguera y de noche.
Por eso su mirada es cruel. Sus manos creadoras aprietan la tierra con fuerza.
Nadie conoce lo que crea. Pero pasa como un espantoso temblor
sobre los sentidos semidormidos. Es como un vértigo frente al abismo.
Antes de que coros jubilosos estallen en cantos de alabanza,
se hace el silencio, como en el bosque antes de la salida del sol.

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