De un remate extraordinario,
Que hasta ha salido en los diarios
Para que acudiera gente.
Es de lo más sorprendente,
De los que hasta aquí se han dado:
Si me atienden un momento
Daré el parte detallado.
Era un joven que tenía
Intenciones de irse a Europa,
Y vendió toda su ropa
Para pagar el pasaje.
No teniendo para el viaje,
Vende todo lo que tiene;
Y desea el mes que viene
Vender todo su menaje.
Primero un calentador,
Que se sale el aguardiente,
Que compró al día siguiente
De haber venido de Europa;
Un candelero, una copa
Y una botella vacía
Y el pedazo de una vara
Que era de tomar medida
Otro lote que allá había
Se vendía de este modo:
El resto de un sobretodo,
Medio banco y un cepillo,
La pierna de un calzoncillo,
Dos sábanas medio rotas,
Después tres pares de botas
Que les fallaba la suela:
Una escupidera rola
Y el resto de una cazuela.
Dos botones de pechera,
Buenos para una camisa,
Una escolta, una repisa,
Y siete puros de guantes,
Que aunque están deshermanados
Son los que se usaban antes.
Después, el segundo lote
Tiene cosas sorprendentes;
Un cepillo para dientes,
Dos libros de Monfilatre,
Una pata para un catre,
Una manta de noche
Una llave para un coche,
Medio pedazo de toalla
Medio tejido de malla,
La mitad de un pantalón,
Un tremendo galerón
Con barbijo y con retranca,
Y un poco de ropa blanca
Que se venderá al montón.
El tercer lote, y no hay más:
Dos pistolas sin gatillo,
La tapa de un molinillo,
Una tapa de una olla,
Una ristra de cebolla,
Y catorce escarbadientes
Que él sacaba diariamente
Cuando comía en la fonda;
Una mesita redonda
Que no tiene más de un pie,
Y una caja de rapé
Que fue la herencia del tío,
Y dos espadas sin punta
Buenas para desafío.
De lo que se halla en la huerta
Voy á decir otro poco:
Una carreta sin rueda,
Y un petizito vichoco;
Todo lo que allí se venda
Debe pagarse al contado;
Así es que ya está avisado
Quien de remates comprenda.
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