ELEGÍA SEGUNDA, Gética; de Nichita Stanescu





A Vasile Pârvan

En cada cavidad sentaban a un dios.
Si se rajaba una piedra, rápido traían
y colocaban ahí a un dios.
Era suficiente que se rompiera un puente,
para que se sentara en el lugar vacío a un dios,
o que en las carreteras apareciera un bache
para que se ajustara en este a un dios.
Oh, cuidado con cortarte la mano o el pie,
por accidente o deseándolo.
De inmediato pondrán en la herida a un dios,
como siempre, como en todo lugar,
van a sentar ahí a un dios
para postrarnos ante él, pues él
defiende todo aquello que se separa de sí.
Ten cuidado, luchador, no vayas a perder el
ojo
porque van a traer y van a sentarte
en la órbita a un dios
y él va a quedar ahí petrificado y nosotros
vamos a emocionarnos glorificándolo.
Incluso tú vas a estar encantado,
alabándolo como ajeno.

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