Cuando Raif, mi padre, hablaba de los hombres
hablaba siempre de los árabes.
Bebedores de alcohol
capaces de dar la vida por una mujer
o ensoñarse al atardecer
a causa del olor de los azahares.
Un árabe nunca mata sin pasión.
Frente a la incertidumbre
abandona a sus seres queridos y busca
en el silencio del desierto, su destino.
Ama las flores y los cigarros
y al amanecer
sentado sencillamente en la puerta de su casa
espera que el sol toque la vida con sus manos.
hablaba siempre de los árabes.
Bebedores de alcohol
capaces de dar la vida por una mujer
o ensoñarse al atardecer
a causa del olor de los azahares.
Un árabe nunca mata sin pasión.
Frente a la incertidumbre
abandona a sus seres queridos y busca
en el silencio del desierto, su destino.
Ama las flores y los cigarros
y al amanecer
sentado sencillamente en la puerta de su casa
espera que el sol toque la vida con sus manos.
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