QUERIDÍSIMO, NO HABLES, de Hilda Hilst





La palabra de los hombres desencanta.

Antes tus ojos de plata

en la noche espesa de tu rostro.

Antes tu gesto de amor

espera e infinito y un murmullo,

agua que brota de la fuente, espuma de mar.

Después descansarás en mi pecho

tus manos de sol. El viento de mañana

sepultará en mi vientre,

cálido como la arena, fecundo como el mar,

la simiente de vida.

Oye: sólo el llanto

grita ahora en mis oídos.

Comentarios