a llorar, recordando Sión.
En los sauces de las orillas
colgamos nuestras arpas.
ANTIGUO TESTAMENTO
Celeste error son mis pasos, y oscuro el sentido
de mis palabras, para quien de otros lugares
me conoce. Entre los setos blancos por lejanía
como un fuego intocable arde mi cuerpo
para quien es muchacho y desde lejos me observa.
Y para mí mismo no seré más que un espíritu viviente
bajo las azules vides y las sombras arbóreas
cuando, extrañado y perdido y lejano,
nueva vida y nuevo día me sostengan.
Cuando sea remoto a estos lugares
y al aliento del campo que doloroso
percibo, y remoto a mí mismo
(perdida efigie ahora en este sueño de vida),
sollozará tal vez desde sus chimeneas mi tierra,
suspendida en el azul raso de nieblas, sus amargos
vapores al cielo; y será ya antigua
para su tiempo, que quieto se consuma.
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