ORACIÓN DE LAS MÁSCARAS, de Léopold Sédar




¡Máscaras! ¡Oh, Máscaras!
Máscara negra, máscara roja, ustedes máscaras blanco y negro
Máscara de los cuatro puntos de donde sopla el Espíritu
¡Os saludo desde el silencio!
Y no eres tú el último, Ancestro con cabeza de León.
Máscaras que cuidan este sitio donde está prescrita toda risa de mujer, toda sonrisa que se marchita,
Destilan este aire de eternidad donde respiro el aire de mis padres
Máscaras de rostros sin máscara, despojadas de todo hoyuelo
y de toda arruga
Que han dibujado este retrato, este rostro mío inclinado sobre el altar de papel blanco
Según su imagen, ¡escúchenme!
El África de los imperios muere— es la agonía de una princesa andrajosa
Y también de Europa a la que estamos ligados por el ombligo
Fijen sus ojos inmutables sobre sus hijos que exigen
Que dan su vida como el pobre su último vestido. Respondamos presentes al renacimiento del Mundo Como la levadura que es necesaria para la harina blanca.
¿Quiénes aprenderán el ritmo del mundo difunto de máquinas y cañones?
¿Quién lanzará el grito de alegría para despertar a muertos y huérfanos en la aurora?
Digan, ¿quién devolverá la memoria de vida al hombre con esperanzas desentrañadas?
Nos lo dicen los hombres del algodón, del café, del aceite.
Nos lo dicen los hombres de la muerte.
Nosotros somos los hombres de la danza, cuyos pies recobran su vigor golpeando la dureza del suelo.

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