Ella duerme y reposa sobre el candor de la arena
Koumba Tam duerme. Una palma verde abanica la
fiebre de los cabellos, la frente de cobre combada
Párpados cerrados, como dos copas, manantiales
sellados.
Este fin creciente, este labio más negro y más pesado apenas
—¿dónde está la sonrisa de la mujer cómplice?
Las medallas de las mejillas, el dibujo del mentón,
cantan al acorde mudo.
Rostros de máscara cerrada a lo efímero, sin ojos,
sin materia
Cabeza perfecta de bronce y su pátina de tiempo
Que no ensucian afeites ni bochorno ni arrugas,
ni huellas de lágrimas ni de besos
Oh, rostro tal que Dios te ha creado antes de la memoria
misma de los tiempos
Rostro del alba del mundo, no te abras como un cuello
tierno para conmover mi carne
Te adoro, ¡Oh belleza de mi ojo monocorde!
fiebre de los cabellos, la frente de cobre combada
Párpados cerrados, como dos copas, manantiales
sellados.
Este fin creciente, este labio más negro y más pesado apenas
—¿dónde está la sonrisa de la mujer cómplice?
Las medallas de las mejillas, el dibujo del mentón,
cantan al acorde mudo.
Rostros de máscara cerrada a lo efímero, sin ojos,
sin materia
Cabeza perfecta de bronce y su pátina de tiempo
Que no ensucian afeites ni bochorno ni arrugas,
ni huellas de lágrimas ni de besos
Oh, rostro tal que Dios te ha creado antes de la memoria
misma de los tiempos
Rostro del alba del mundo, no te abras como un cuello
tierno para conmover mi carne
Te adoro, ¡Oh belleza de mi ojo monocorde!
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