II
¡Madre, sé bendita!
Recuerdo los días de mis padres, los atardeceres de Dyilor
Aquella luz de ultra-cielo al caer la noche sobre la tierra suave.
Estoy sobre las gradas de la morada oscuramente profunda.
Mis hermanos y hermanas aprietan contra mi corazón su calor múltiple de polluelos.
Descansa mi cabeza en el regazo de mi ama de leche Nga, de Nga la poetisa
Mi cabeza bordoneando al galope guerrero de los dyoung-dyoungs, al galope redoblado de mi sangre de pura sangre.
Mi cabeza melodiosa de las canciones lejanas de Koumba la Huérfana.
En el centro del patio, el ficus solitario
Y platican a su sombra lunar las esposas del Hombre con sus voces graves y profundas como su mirada y las fuentes nocturnas de Fimla.
Y mi padre tendido sobre esteras apacibles, pero alto fuerte hermoso
Hombre del reino de Sine, mientras alrededor en las koras, voces heroicas, los griots hacen bailar sus dedos fogosos
Mientras subre a lo lejos, oleaje de olores fuertes y calientes, el clásico rumor de cien rebaños.
Un griot (de la transliteración francesa “guiriot” de la palabra portuguesa “criado”, término masculino singular para “sirviente”) o jeli (djeli o djéli en francés) es un narrador de historias de África Occidental. El griot cuenta la historia como lo haría un poeta, un cantante de alabanzas o un músico ambulante.
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