¡Yo soy Kaya-Magan! El primer monarca
Rey de la noche negra de la noche de plata, Rey de la noche de cristal.
Apacentad mis antíloes al abrigo de los leones, alejados del encanto de mi voz.
¡El embeleso vuestro esmaltando los llanos del silencio!
Sois ya cotidianas flores mías, estrellas mías, ya participáis del gozo de mi festín.
Apacentad pues mis ubres de abundancia, yo no como porque soy fuente de alegría.
Apacentad mis fuertes tetas viriles, la hierba de leche que brilla en mi pecho.
Que enciendan cada noche mil estrellas en la Plaza Mayor
Calienten doce mil súbditos
Piadosísimos, para los cervatos de mi costado, los residentes de mi casa y sus clientes
Los Guelowards de los nueve tatas y los pueblos de las brousses bárbaras
Para cuantos entraron por las cuatro puertas talladas -¡la marcha
Solemne de mis pueblos pacientes! se pierden sus pasos en las arenas de la Historia.
Para los blancos del Septendrión, los negros del Mediodía de un azul tan suave.
¡Y no cuento los rojos del Poniente, ni los transhumantes del Río!
Comed y dormid hijos de mi savia y vivid vuestra vida de las grandes profundidades
Y paz sobre vosotros que declináis. Respirais por mis narices.
¡Yo digo soy Kaya-Magan! Rey de la luna, junto la noche y el día
Soy Príncipe del Norte del Sur, del Sol-naciente Príncipe y del Sol-poniente
La llanura abierta a mil celos, la matriz en la cual se funden los metales preciosos.
De ella salen el oro rojo y el Hombre rojo -roja la dilección mía,
El Rey del oro- que tiene el esplendor del mediodía, la suavidad femenina de la noche.
Picotead pues mi frente abombada, pájaros de mis caballos serpientes.
No os alimentáis sólo de leche morena, sino que picoteáis los sesos del Sabio
Maestro del jeroglífico en su torre de cristal.
Paced cervatillos de mi costado bajo mi bastón de mando y mi creciente luna.
Soy el Búfalo que se ríe del León, de sus fusiles cargados hasta la boca.
Y le será preciso prevenirse en el reciento de sus murallas.
Mi imperio es el de los proscritos de César, de los grandes desterrados de la razón o del instinto
MI imperio es el del Amor, y me siento débil ante ti mujer
La Extranjera de ojos de calvero, labios de guanábana sexo de zarza ardiente
Porque soy el movimiento del tam-tam, fuerza del África futura.
Dormid cervatillos de mi costado bajo mi creciente luna.
Rey de la noche negra de la noche de plata, Rey de la noche de cristal.
Apacentad mis antíloes al abrigo de los leones, alejados del encanto de mi voz.
¡El embeleso vuestro esmaltando los llanos del silencio!
Sois ya cotidianas flores mías, estrellas mías, ya participáis del gozo de mi festín.
Apacentad pues mis ubres de abundancia, yo no como porque soy fuente de alegría.
Apacentad mis fuertes tetas viriles, la hierba de leche que brilla en mi pecho.
Que enciendan cada noche mil estrellas en la Plaza Mayor
Calienten doce mil súbditos
Piadosísimos, para los cervatos de mi costado, los residentes de mi casa y sus clientes
Los Guelowards de los nueve tatas y los pueblos de las brousses bárbaras
Para cuantos entraron por las cuatro puertas talladas -¡la marcha
Solemne de mis pueblos pacientes! se pierden sus pasos en las arenas de la Historia.
Para los blancos del Septendrión, los negros del Mediodía de un azul tan suave.
¡Y no cuento los rojos del Poniente, ni los transhumantes del Río!
Comed y dormid hijos de mi savia y vivid vuestra vida de las grandes profundidades
Y paz sobre vosotros que declináis. Respirais por mis narices.
¡Yo digo soy Kaya-Magan! Rey de la luna, junto la noche y el día
Soy Príncipe del Norte del Sur, del Sol-naciente Príncipe y del Sol-poniente
La llanura abierta a mil celos, la matriz en la cual se funden los metales preciosos.
De ella salen el oro rojo y el Hombre rojo -roja la dilección mía,
El Rey del oro- que tiene el esplendor del mediodía, la suavidad femenina de la noche.
Picotead pues mi frente abombada, pájaros de mis caballos serpientes.
No os alimentáis sólo de leche morena, sino que picoteáis los sesos del Sabio
Maestro del jeroglífico en su torre de cristal.
Paced cervatillos de mi costado bajo mi bastón de mando y mi creciente luna.
Soy el Búfalo que se ríe del León, de sus fusiles cargados hasta la boca.
Y le será preciso prevenirse en el reciento de sus murallas.
Mi imperio es el de los proscritos de César, de los grandes desterrados de la razón o del instinto
MI imperio es el del Amor, y me siento débil ante ti mujer
La Extranjera de ojos de calvero, labios de guanábana sexo de zarza ardiente
Porque soy el movimiento del tam-tam, fuerza del África futura.
Dormid cervatillos de mi costado bajo mi creciente luna.
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