ELLA Y LA CALLE, de Miguel Óscar Menassa





 Ella tiene tanta calle

en sus manos y en sus piernas

que uno la mira

y no puede más que amarla.


Ella perdió un zapato

un día de lluvia

y mis escrúpulos

comenzaron a recordarla.


Pero nosotros,

que caminamos juntos tantos árboles;

sabemos que el amor

no es:

encender velas en casa de los ciegos

ni creer que ella no está

dentro de ninguna rama verde.


Porque sus zapatos

eran las cinco de la tarde

y yo bebo a esa hora

con desesperación

mi primer trago de olvido

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