El viento que esta tarde tañe atento
–recuerda un fuerte entrechocar de espadas-los instrumentos de los árboles y barre
el cobrizo horizonte
donde cintas de luz van alargándose
cual cometas al cielo que retumba
(¡Nubes en viaje, claros
reinados de allá arriba! ¡De altos Eldorados
entrecerradas puertas!)
y el mar que escama a escama,
lívido, cambia de color,
lanza a tierra una tromba
de espumas retorcidas;
el viento que nace y muere
en la hora que lenta se oscurece…
si te tañera a ti también en este ocaso,
destemplado instrumento,
corazón.
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