Pongo mi corazón sobre esta mesa,
transido, desatado, hondo de pena.
Qué tirante y azul el cielo con su ojo.
Pero este oscuro dardo en el costado,
el látigo chirriando
y la espuela que quema la mejilla.
Y este dolor aquí,
este dolor de todos,
su rostro contra el polvo y este llanto.
Pongo mi corazón sobre esta mesa,
impúdico, aterido, con sus clavos.
Un viento atolondrado
despeina en mi jardín el algarrobo.
Pero
y esta piedra en el pecho,
y este piso de erizos, y el mordisco rabioso,
y esta taza en pedazos que nos corta los dedos.
Mi corazón se obstina y el sol calienta afuera,
y tan sólo callamos con la mano en la frente.
transido, desatado, hondo de pena.
Qué tirante y azul el cielo con su ojo.
Pero este oscuro dardo en el costado,
el látigo chirriando
y la espuela que quema la mejilla.
Y este dolor aquí,
este dolor de todos,
su rostro contra el polvo y este llanto.
Pongo mi corazón sobre esta mesa,
impúdico, aterido, con sus clavos.
Un viento atolondrado
despeina en mi jardín el algarrobo.
Pero
y esta piedra en el pecho,
y este piso de erizos, y el mordisco rabioso,
y esta taza en pedazos que nos corta los dedos.
Mi corazón se obstina y el sol calienta afuera,
y tan sólo callamos con la mano en la frente.
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