FUTURO, de Porfirio Barba Jacob




Decid cuando yo muera… (¡y el día esté lejano!)

soberbio y desdeñoso, pródigo y turbulento,

en el vital deliquio por siempre insaciado,

era la llama al viento…


Vagó, sensual y triste, por las islas de su América;

en un pinar de Honduras vigorizó el aliento;

la tierra mexicana le dio su rebeldía,

su libertad, su fuerza… Y era una llama al viento.


De simas no sondadas subía a las estrellas;

un gran dolor incógnito vibraba por su acento;

fue sabio en sus abismos, y humilde, humilde, humilde,

porque no es nada una llamita al viento.


Y supo cosas lúgubres, tan hondas y letales,

que nunca humana lira jamás esclareció,

y nadie ha comprendido su trágico lamento…

Era una llama al viento y el viento la apagó.

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