Y apenas el horizonte
empezaba a coloriar,
los pájaros a cantar,
y las gallinas a apiarse,
era cosa de largarse
cada cual a trabajar.
Éste se ata las espuelas
se sale el otro cantando,
uno busca un pellón blando,
éste un lazo, otro un rebenque,
y los pingos relinchando
los llaman desde el palenque.
El que era pión domador
enderezaba al corral,
ande estaba el animal
bufidos que se las pela...
Y más malo que su agüela
se hacía astillas el bagual.
Y allí el gaucho inteligente
en cuanto al potro enriendó,
los cueros le acomodó
y se le sentó en seguida,
que el hombre muestra en la vida
la astucia que Dios le dio.
Y en las playas corcobiando
pedazos se hacía el sotreta,
mientras él por las paletas
le jugaba las lloronas,
y al ruido de las caronas
salía haciéndose gambetas.
¡Ah! ¡tiempos!... era un orgullo
ver ginetiar un paisano-
Cuando era gaucho vaquiano
aunque el potro se boliase
no había uno que no parase
con el cabresto en la mano.
Y mientras domaban unos,
otros al campo salían,
y la hacienda recogían,
las manadas repuntaban,
y ansí sin sentir pasaban
entretenidos el día.
Y verlos al caer la noche
en la cocina riunidos
con el juego bien prendido
y mil cosas que contar,
platicar muy divertidos
hasta después de cenar.
Y con el buche bien lleno
era cosa superior
irse en brazos del amor
a dormir como la gente,
pa empezar al día siguiente
las faenas del día anterior.
¡Ricuerdo!... ¡Qué maravilla!
cómo andaba la gauchada,
siempre alegre y bien montada
y dispuesta pa el trabajo...
pero hoy al presente... ¡barajo!
no se le ve de aporriada.
El gaucho más infeliz
tenía tropilla de un pelo,
no le faltaba un consuelo
y andaba la gente lista...
tendiendo al campo la vista
sólo vía sino hacienda y cielo.
empezaba a coloriar,
los pájaros a cantar,
y las gallinas a apiarse,
era cosa de largarse
cada cual a trabajar.
Éste se ata las espuelas
se sale el otro cantando,
uno busca un pellón blando,
éste un lazo, otro un rebenque,
y los pingos relinchando
los llaman desde el palenque.
El que era pión domador
enderezaba al corral,
ande estaba el animal
bufidos que se las pela...
Y más malo que su agüela
se hacía astillas el bagual.
Y allí el gaucho inteligente
en cuanto al potro enriendó,
los cueros le acomodó
y se le sentó en seguida,
que el hombre muestra en la vida
la astucia que Dios le dio.
Y en las playas corcobiando
pedazos se hacía el sotreta,
mientras él por las paletas
le jugaba las lloronas,
y al ruido de las caronas
salía haciéndose gambetas.
¡Ah! ¡tiempos!... era un orgullo
ver ginetiar un paisano-
Cuando era gaucho vaquiano
aunque el potro se boliase
no había uno que no parase
con el cabresto en la mano.
Y mientras domaban unos,
otros al campo salían,
y la hacienda recogían,
las manadas repuntaban,
y ansí sin sentir pasaban
entretenidos el día.
Y verlos al caer la noche
en la cocina riunidos
con el juego bien prendido
y mil cosas que contar,
platicar muy divertidos
hasta después de cenar.
Y con el buche bien lleno
era cosa superior
irse en brazos del amor
a dormir como la gente,
pa empezar al día siguiente
las faenas del día anterior.
¡Ricuerdo!... ¡Qué maravilla!
cómo andaba la gauchada,
siempre alegre y bien montada
y dispuesta pa el trabajo...
pero hoy al presente... ¡barajo!
no se le ve de aporriada.
El gaucho más infeliz
tenía tropilla de un pelo,
no le faltaba un consuelo
y andaba la gente lista...
tendiendo al campo la vista
sólo vía sino hacienda y cielo.
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