Del albañil las andanzas
a la vida se asemejan,
y su esfuerzo es comparable
a los afanes del hombre
sobre la haz de la tierra.
El porvenir encubre
dolores y alegrías.
Paso a paso, marchamos
hacia delante siempre,
sin que el temor nos rinda.
Allá, a lo lejos, muéstrase
imponente una cúpula,
sobre la cual arriba
reposan las estrellas,
y abajo, en paz, las tumbas.
Miradla atentos; veréis
cómo erráticos temblores
y hondos, graves sentimientos,
en el pecho de los héroes
se despiertan al momento.
Mas no haya temor que arriba
están llamándoos las voces
de los genios y maestros:
”No perdáis tiempo, mortales;
servid al bien con denuedo.”
Aquí, en silencio perenne,
téjense bellas coronas,
que habrían de ceñir las sienes
de quien por el bien labora.
¡Ánimo, pues, y a la obra!
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