Sé que estás ahí,
metida en la madera que me llama
bajo la luz que teje la cara del infierno,
que enhebras el miedo en el hilo
que cose nuestros ojos.
metida en la madera que me llama
bajo la luz que teje la cara del infierno,
que enhebras el miedo en el hilo
que cose nuestros ojos.
La vida que me dieron te pare lentamente,
busca mi doble en las tinieblas
para hallarse con él del otro lado del camino.
No puedes ver el sol pero vibras en la sed
y a veces tocas la flauta que hierve en mis oídos.
Tu madera se hace gusano
que se alimenta de la noche
donde otra madera muerde el rencor y pare el olvido.
Sé que estás esperándome para que crezcas.
Los árboles han perdido el origen
pero me llaman:
el mundo desciende de sus hojas
y tú me buscas llena de frío entre los huesos.
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