Qué claro día
el de tu mano
y cómo llega
y se vuelve
entre tus venas
el río de ayer
la voz de tu mañana.
Quiero tu voz
más densa y solitaria
y hablar
sabiendo
y sin sentido.
He perdido la sombra
que tú amabas
el llanto
y el polvo deshojado.
He perdido mi amor
y el tuyo
mi sueño
y el borde del instante.
Con los vientos
y el golpe de las olas
todo mudará.
No queda ningún nombre
sino el deseo
y la revuelta luz
de otro lenguaje.
La puerta.
El mar.
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