Lentamente venía la vaca bermeja,
por el campo verde todo lleno de agua;
lentamente venía, los ojos muy tristes,
la cabeza baja,
y colgando del morro brillante
un hilo de baba.
Enferma venía la buena, la única
de la pobre chacra.
-¡Hazla correr, hombre!-
la mujer gritaba
al viejo marido--
¡si viene empastada!
Y el viejo marido,
los brazos subía y bajaba,
y la vaca corrió como pudo,
los ojos más tristes, la cabeza baja.
Junto a un alambrado
salpicando el agua
cayó muerta la vaca bermeja
¡el viejo y la vieja lloraban!
Y vino un vecino
con una cuchilla afilada,
y en el vientre redondo y sonoro
dio otra puñalada.
Un poco de espuma
de un verde muy claro de alfalfa,
surgió por la herida, y el docto vecino,
después de profunda mirada,
acabó sentencioso: la carne está buena,
hay que aprovecharla.
Los cielos estaban color de cenizas,
el viejo y la vieja lloraban...
Comentarios
Publicar un comentario