Recibí todas vuestras cartas,
las que no me habéis escrito llegaron,
por el aire que viene de las casas baratas,
por el aire que viene de la aldea,
por el aire que viene de la fábrica,
por el aire que viene de la mina,
por el aire que viene de la barca,
elegidos ciudadanos secillos, sé todo lo que os pasa.
Los que tenéis oficio,
los que pisáis andamio,
los que con la herramienta os herís a lo tonto,
los que andáis por el agua de Valencia,
los que hacéis el arroz o los garbanzos,
los que dormís de día y por la noche
en la barca a cogernos el pescado.
Recibí vuestras cartas labradores,
vendimiadores recibí vuestros salmos
y pescadores también vuestras noticias,
sé todo lo que hacéis y lo que os pasa siento,
quedo enterada de que algunos jornales han subido
y aún no os llega;
y os llego como sé el agua al cuello,
y la voz nunca os llega a no ser mía,
pero os llega el trabajo a la mañana
y la salud al cuerpo
y el hijo otra vez, enhorabuena.
Yo no puedo de lo que me decís haceros nada.
Tan sólo recordaros que ya el hombre de libros está en ello,
que os dibuja mis pobres, que os entiende,
que se quiere ocupar de todo eso, que decís en vuestras cortas cartas,
y escribirán a los ministros.
Y nada más por hoy pobres amigos,
lo mejor de la vida sois, lo que la alza.
También estáis vosotros los que vais a oficina,
los que vendéis verduras y los que hacéis las casas
los que guiáis los coches, los que regáis con agua,
pobres de mil oficios no estáis solos
aquí un poeta os canta,
luego vendrán más.
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