Otra vez el día
trajinante debe
pasar por el puente
previo de la prisa.
Que entre tantos riscos
- Oh recta feliz¡-
conduce hasta el quid
del prtopio equilibrio.
¡Ay cuántos rodeos
rizan la artimaña
que todo lo salva!
pero mi secreto,
mi secreto inhábil
entre los relojes
calla tan inmóvil
que apenas si late.
No importa. ¡Perezcan
los días en prólogo!
Buen prólogo: todo,
todo hacia el poema.
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