Mucho después de los días y de las estaciones, de los
seres
y de los países,
El estandarte de carne sangrante sobre la seda de los mares
y de las flores árticas (no existen).
Repuesto de las viejas marchas heroicas -que todavía nos asaltan
el corazón y la cabeza-, lejos de los antiguos asesinos,
¡Oh!, el estandarte de carne sangrante sobre la seda de los mares
y de las flores árticas (no existen).
¡Dulzuras!
Las fogatas, lloviendo en ráfagas de escarcha (¡dulzuras!);
los fuegos en la lluvia del viento de diamantes arrojada
por el corazón terrestre eternamente carbonizado
para nosotros. ¡Oh mundo!
(Lejos de las retiradas y de las viejas llamas,
que se oyen, que se sienten),
Las fogatas y las espumas. La música, giro de los abismos
e impacto de los témpanos en los astros.
¡Oh dulzuras, oh mundo, oh música! Y allí, las formas, los
sudores, las cabelleras y los ojos, flotando. Y las lágrimas
blancas, hirvientes (¡oh dulzuras!), y la voz femenina que
llega hasta el fondo de los volcanes y de las grutas
árticas.
El estandarte...
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