A Manuel Machado.
Están todas.
También las que se
encienden en las noches de moda.
Nace del cielo tanto
humo
que ha oxidado mis ojos.
Son sensibles al tacto
las estrellas.
No sé escribir a máquina sin ellas.
Ellas lo saben todo.
Graduar el mar febril
y refrescar mi sangre con su nieve infantil.
La noche ha abierto el
piano
y yo las digo adiós con la mano.
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