DIANA, de Nicolás Guillén


La diana, de madrugada,
va con alfileres rojos
hincando todos los ojos.
La diana, de madrugada.


Levantaba en peso el cuartel
con los soldados cansados.
Van saliendo los soldados.
Levanta en peso el cuartel.


Ay, diana, ya tocarás
de madrugada, algún día,
tu toque de rebeldía.
Ay, diana, ya tocarás.

Vendrás a la cama dura
donde se pudre el mendigo.
-¡Amigo! -dirás-. ¡Amigo!
Vendrás a la cama dura.

Rugirás con voz ya libre
sobre la cama de seda:
-¡En pie, porque nada os queda!
Rugirás con voz ya libre.

¡Fiera, fuerte, desatada,
diana en corneta de fuego,
diana del pobre y del ciego,
diana de la madrugada!

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