Este
buitre voraz de ceño torvo
que
me devora las entrañas fiero
y
es mi único constante compañero
labra
mis penas con su pico corvo.
El
día en que le toque el postrer sorbo
apurar
de mi negra sangre, quiero
que
me dejéis con él solo y señero
un
momento, sin nadie como estorbo.
Pues
quiero, triunfo haciendo mi agonía
mientras
él mi último despojo traga,
sorprender
en sus ojos la sombría
mirada
al ver la suerte que le amaga
sin
esta presa en que satisfacía
el
hambre atroz que nunca se le apaga.
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