Estoy en el abismo de las horas quietas.
Mi dolor no figura, aún, en los libros.
Todo se empequeñece cuando no estás
ajena y vagabunda de oscuridad lejana.
¿Qué harás sin mí?
Vuelva
le prometo señora
un universo de cristal y nubes.
Magníficas brujas quemándose cada noche
para que usted pueda contarme su futuro.
Y en esa locura, nuestra tierna locura
nunca le diré que usted también morirá.
Nunca se lo diré.
Toda sed en mí,
amada,
es el paso perplejo
tembloroso del amor.
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