EL GENOMA HUMANO, de Miguel Oscar Menassa


Hoy te escribo un poema y te lo digo,

a mí, la sonrisa, no me la tocarán.

Ni el amor, ni la brisa,

ni las ciencias, ni el arte,

ni el humano genoma que todo lo sabrá.

A mí, la sonrisa, no me la tocarán.

Ni el amor con su furia que te toca y te mata.

Ni la brisa o el aire de la rancia ciudad.

Ni las ciencias ligeras, exactas y arrogantes.

Ni las artes profundas de alguna humanidad.

Y el genoma sapiente, del hombre nos dirá:

De los seis mil millones que habitamos la tierra

humanos, debería saberse, todos por igual,

tres mil millones ya están muriéndose

por la "maldita" falta de pan.

Mas al pedir explicaciones

porque yo creo que sobra el pan,

el mundo entero de poderosos,

me respondieron con amabilidad;

que algunos mueren de sarampión,

la droga mata dijo el ministro

y otros se mueren por diversión.

Los que no comen no es para tanto

un error muy pequeño en la distribución.

Y en cuanto al resto, los tres mil millones,

viviendo y muriendo siempre la mitad,

el genoma supersapiente, del hombre nos dirá:

Ese medio cerebro que no podéis usar,

es la mitad del hombre que se muere por pan.

Esa doble vida: la realidad, los sueños,

es del hambre de la tierra sólo la mitad.

Si sólo muriera la mitad, dice el poeta,

el hombre llegaría a cierta claridad,

mas lo que pasa, genoma amado,

es que la culpa nos matará.

El hombre actual

el que se muere de su mitad

odia a los seres queridos

y ama la paz.

Maltrata hasta la muerte o el dolor

sea mujer, amante o concubina,

educa tan mal lo que produce

que envenena a los jóvenes

para que nadie le robe

su puesto de trabajo,

su único trabajo:

seguir matando a su mitad.

El genoma infinitamente sapiente,

al llegar a este punto, del hombre nos dirá.

El hombre vive enfermo y no se curará

para poder curarlo no alcanza la mitad.

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