Toco a tientas tu cuerpo y reconozco
sus hermosas fronteras que me aguardan.
Lo que haya más allá lo desconozco.
Dejo que aquí mis manos ahora ardan.
Sólo somos un límite que toca,
que se descubre en puro tacto ardiente.
Un tentáculo vivo es cada boca
y una yema en contacto cada diente.
Somos la realidad corpórea y viva
que en ciega colisión se reconoce.
Candente rastro en forma fugitiva
que va buscando un amoroso roce.
Sólo en el torpe cerco de lo oscuro
este tangente, apasionado empeño
desde su convicción se alza seguro.
Lo demás flota en humo, en niebla, en sueño.
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